Mis imágenes para textos suponen un reto para mí: al tener una narración o concepto a transmitir me veo obligado a tratar temas inusuales en mi trabajo como pintor. Sin embargo, estas obras condicionadas son también una liberación: el lienzo no está en blanco antes de empezar, sino lleno de palabras que deben tomar forma. La condición finalista de la imagen, inherente a la ilustración, resulta la única diferencia con trabajos pictóricos. Amplía mi horizonte de intereses y enriquece mi abordaje gráfico. Como un buen trailer que incita a ver la película, considero que mis ilustraciones no deben desvelar el contenido de los textos sino provocar el deseo en el lector de avanzar en las páginas.